Tuesday, April 27, 2010

Los cuentos de hadas son para niñitos

Sentí frío. No podía ver muy bien durante el día en este bosque, por la cantidad y el tamaño de las hojas de los árboles. En ese momento, por la oscuridad, no fue posible ver nada. Por eso me senté sobre las raíces de un árbol especialmente grande para esperar la luz del día.
Este bosque es el más viejo en el país. Nadie sabe cuántos años tienen los árboles aquí, pero en la oscuridad se pueden escuchar sus conversaciones. No hay bichos, ni animales, ni otros humanos. Los únicos ruidos son los de las ramas y hojas sobre mi cabeza, moviéndose en la pequeña brisa que no baja hasta tocarme. Estaba solo y el silencio se sentía enorme.
Estaba perdido y sólo en el Bosque del Peligro. Ganó ese nombre porque nadie que entra ni sale. Nadie puede explicar este fenómeno, pero existen muchas historias sobre árboles que caminan y conversan entre ellos. No creía en estos cuentos de hadas, hechos para niños. Era muy adulto para creer en tonterías tan absurdas. Ahora deberías estar preguntándote ¿Cómo llegué aquí, cierto?
Bueno, no fue mi idea pasar por aquí. No fue mi idea venir a buscar aventuras. Estaba allí, en ese momento, por mi hermana. Mi hermana que hace unas horas se fue a buscar comida y no ha regresado. Ella es cinco años menor que yo y su cabeza siempre está volando por las nubes. Nosotros somos de la Casa de Intérprete. Ella escuchó la historia de los árboles mágicos y desde muy niña sabía que quería conocerlos. Todo el mundo le dijo que eran historias nada más, pero a ella no le importaba. Quería conocer a los árboles y aprender sus secretos. Por motivo de irse lo más pronto posible, se escapó durante la noche. La escuché saltar desde su ventana y la seguí. Después de poco, se dio cuenta de que yo estaba detrás de ella y se paró. Iba a gritar que era una idea tonta, que podría morir o que algo peor podría pasar, pero al mirar la esperanza y emoción irradiando de sus ojos, no pude decir nada. Me cogió la mano y salimos.
¡Gritos!, tan cerca que se me puso la piel de gallina en todo el cuerpo y mi corazón casi salió de mi pecho por latir con tanta fuerza. No podía moverme. Otra vez, otro grito. Parecía que venía desde las ramas sobre mi cabeza. Escuché algo moviéndose entre las hojas. Algo estaba bajando del tronco del árbol donde estaba sentado ¿Qué hago? ¿Debo tratar de correr aunque no pueda verme ni las manos en frente de la cara? Mi mente estaba corriendo con mis opciones. De repente no hice nada hasta que, lo que iba a venir, llegó. Los gritos cambiaron a risas ¡Desde las ramas salió mi hermana! Saltó sobre mi espalda abrazándome ¡Qué alivio! Antes de que pudiera decir algo, me cogió la mano otra vez y estaba volando. Podía sentir que estábamos subiendo más y más alto. Las hojas contra mi cara se sentían como gotas de agua fría pero ni una rama me tocó. En seguida volví la vista. La luna me dejaba ciego. Hemos subido hasta la parte superior del árbol más grande de todos. Las montañas brillaban a la luz de la luna y, al otro lado, las luces de nuestra casa eran visibles como un faro en mar de la oscuridad que nos atrapaba.
“¿Cómo volaste?”, le pregunté a mi hermana cuando mi voz volvió a ser mía.
Ella se rió y contestó: - “No volábamos, el árbol me cogió la mano y te cogí la mano. Así nos trajo aquí arriba.”
“¿Entonces, es verdad? ¿Los árboles de aquí sí pueden moverse?”
“¡Claro que sí! Nadie me creía, pero yo sí sabía la verdad. Me perdí en el bosque y cuando escuché una voz gruñendo, empecé a llorar. Me asusté porque no vi a nadie cerca y el bosque se estaba poniendo muy oscuro por la puesta del sol. Finalmente contesté y, ¿sabes qué encontré? Los árboles me estaban observando y querían ayudarme porque sus primos que viven cerca de nosotros les contaron de mí. Los niños nunca vienen aquí y a los árboles les encantan los niños ¡Quieren ayudarnos!” Ella estaba casi saltando con entusiasmo.
“¿Ayudarlos con qué?” ¡Tenía que preguntar!
“¡Les pedí llevarnos hasta la Tierra Encantada!”
“¿Qué? Pero queda tan lejos y debemos regresar pronto, no quieres preocupar a mamá.”
“Sólo tenemos que cruzar la Pradera del Desvío y las Montañas Deliciosas. Las piernas de los árboles son tan largas que puedan cruzar la Pradera del Desvío en diez u once pasos. ¡Entonces vamos!”
Antes de que pudiera contestar, el árbol dio su primer paso. La mitad del bosque volaba como una cortina oscura, mezclando todo a mi alrededor. Las montañas crecían un kilómetro cada vez que nuestro amigo levantaba su pie. El viento casi me hizo caer y, al rato, mis ojos estaban tan llenos de lágrimas que no podía ver nada. Siempre soñé con volar y es muy diferente de lo que imaginaba, es mucho mejor. Así es. Así sienten los pájaros. El viento les lleva donde quieren. En unos minutos paramos.
Saqué las lágrimas de mis ojos usando la manga de mi camiseta. Estábamos entre la gran Montaña del Error y el Monte de la Cautela. Podíamos ver el punto del Monte del Inocente en la distancia. No había estado en las montañas. En el bosque sentía que estábamos en una montaña cuando el árbol nos cogió, pero las montañas me hicieron sentir como una hormiga insignificante y nuestro árbol gigante parecía un juguete. “¡Más!” Grité tan emocionado que mi pecho casi no podía contener mi corazón.
Empezó a caminar otra vez. Cerré mis ojos y extendí mis brazos, uno cogiendo una rama, el otro lo usaba como ala. Estaba volando otra vez. No paramos esta vez sino que empezó a caminar más despacio. Escuché algunos gruñidos. Mi hermana me explicó que el árbol estaba saludando los árboles de la Tierra Encantada, sus hermanos viejos que no había visto por muchos años. El bosque frente a nosotros estaba moviéndose como si hubiese una brisa fuerte viniendo de todos lados, pero no sentí nada. Los árboles del bosque estaban moviendo sus ramas como nosotros para saludar a otros que estaban lejos usando la mano.
Atrás del bosque vi algunas torres y edificios altos. Todos blancos como las nubes. Sabía sin preguntar que era la Ciudad Celestial. Estaba volando entre las ramas de un árbol, quería seguir con mi sueño magnífico y entrar a la ciudad que parecía nubes, la ciudad que parecía el cielo. Nuestro árbol tenía otro plan. Empezaba a caminar muy rápidamente hasta las montañas otra vez. Tres árboles del bosque nos siguieron. Mis pies salieron de la rama grande por la fuerza del viento.
“¿Qué está pasando?”, grité a mi hermana.
“No estoy segura. Ellos hablaron de problemas entre la Ciudad Celestial y la Tierra Oscura. Una guerra. El árbol va a llevarnos hasta nuestra ciudad porque no estamos seguros aquí en este momento.”
Abrí mis ojos por unos segundos y nos encontrábamos entre las montañas otra vez. Fue un poco antes del amanecer y podía ver todo con más claridad. No podía localizarme, no conocía estas montañas. En unos segundos salimos y estábamos en una llanura inmensa y con el color de oro en el sol de la mañana. La Llanura de la Tranquilidad. No podía creerlo. Siempre escuché historias de estas tierras, pero no podía creer que estuviésemos allí y que yo estuviese viéndolo con mis propios ojos. Otras montañas, no tan grandes como las últimas estaban frente a nosotros. No eran púrpuras sino de un café oscuro. La velocidad creció en ese momento. Tenía que cerrar mis ojos por las lágrimas y el frío del viento, también porque realmente estaba volando. Tenía que coger una rama con ambas manos, con todo mi esfuerzo para no salir volando en el viento.
Paramos por última vez. Abrí mis ojos. Estábamos frente a nuestra casa. Las ramas que tenía en mis manos, me llevaron hasta el suelo. Fue difícil soltar las ramas por mis dedos congelados, pero se fueron de mis manos y mi hermana estaba a mi lado mirando hacía el cielo. En la luz, los árboles no parecían tan grandes ni especiales, hasta que los vi caminar hacia su bosque.
Cogí la mano de mi hermana. Sería nuestro secreto. Nos quedábamos allí, viendo el bosque en la distancia hasta que mamá nos gritó que era la hora de desayunar.
Miré a mi hermana, me sonreí y dije simplemente: - “Gracias. Nunca más dudaré.”

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