Tuesday, April 27, 2010

El camino a mi colegio

Cuando salimos de la puerta de mi casa, vamos a la izquierda. Vivimos en la calle Grijalva. La estación de la policía es nuestra vecina y hay una puerta donde las personas pueden visitar a los prisioneros. Esta puerta se encuentra al fin de un corredor muy sucio y siempre apestoso. Eso significa que hay días en que hay una gran cantidad de personas cuestionables merodeando afuera de esta puerta. El vecino de la estación policial es un pintor de carteles, entonces en frente de su puerta, siempre tiene un cartel grande con una variedad de opciones y diseños. Mis favoritos son las que estaban mal traducidos a inglés, porque yo sé que quería decir pero no estaba bien. Después de su puerta acaba nuestra manzana.
Tenemos que ir a la izquierda porque no podemos cruzar la calle aquí. Toda la manzana frente de nosotros es una iglesia, La Catedral, y un parque. A la izquierda hay unas cabinas para hacer llamadas. Cuando acaba la iglesia, podemos cruzar la calle y entrar en el parque. Todos los árboles del parque están pintados blancos desde el suelo hasta dos metros sobre el suelo. Me contaron que hacen eso para evitar ataques de bichos. En la central del parque siempre hay un hombre con caballitos pequeños de madera donde los padres pueden tomar fotos con sus hijos. Cruzamos el parque por un camino en diagonal. A la izquierda vemos la torre de reloj de la ciudad. Los ladrillos son rojos. Es el único edificio colorado que no es una iglesia en la ciudad.
Después de cruzar el parque, nos encontramos en la calle principal del centro, la calle Bolívar. Seguimos a la izquierda. A una cuadra y a la derecha pasamos por el restaurante La Casa Blanca que tiene las empanadas más ricas de la ciudad. Por las noches hay una mujercita que las hace en la puerta para venderlas a todos los jóvenes que salen y paran allí. Antes había una discoteca en la esquina, pero se mudó a otra parte de la ciudad. Por eso, todos los jóvenes se congregaban en esta esquina. Ahora siguen congregándose allí, pero sólo para tomar, fumar pipa y pasar tiempo antes de ir a otra discoteca que está cerca. Muchos también dan vueltas en sus carros y pasan por allí, entonces siempre hay mucha tráfica y gente en esta calle los fines de semana.
Podemos ir a la derecha aquí para llegar al colegio y pasar por los helados de maracayá más ricos que he probado y el almacén de la familia de mi amigo Arnaldo o si seguimos un cuadro más hay más lugares interesantes. Seguimos una cuadra más entonces hasta la calle Pedro Moncayo. Cruzamos la calle y a la esquina vamos por la derecha. Pasamos primero por el restaurante amarilla Polla a la Brisa. Venden pollo, papas fritas y cocinada y salchipapas allí. Cuando mi mamá no quería cocinar por la noches, salíamos por aquí. Siempre olía muy rico. A la izquierda vemos el edificio más grande del centro, donde trabajaba la mamá de mi amiga Rafa antes. Al lado de este edificio se encuentra un banco pequeño y otro heladería. Esta heladería, Helados de Rosaría Suárez, vende helados de paila, que es algo típico y famoso de aquí, y fue la primera heladería en la ciudad. Su helado es rico pero no mi favorito. Una cuadra más y llegamos a la puerta atrás de mi colegio. Por la segunda mitad de mi año aquí, no podríamos entrar por la puerta principal porque estaba arreglando el techo.
Para recordar dónde estaba todo eso, tuve que llamar a mi hermana. Ella también se confundió porque ahora, cuatro años después, todo está diferente y fue difícil para ella recordar exactamente donde estaba todo. Nos reíamos mucho al recordar nuestro camino a clases.

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